Vivimos en el imperialismo etapa última y superior del capitalismo donde se consolida el mercado mundial, predomina el capital financiero y el mundo es dominado por un puñado de potencias y monopolios. El imperialismo extiende las relaciones capitalistas en todo el mundo, fortaleciendo las burguesías en todos los países que se integran al proceso de producción y especulación que se desarrolla en todo el planeta. Las relaciones capitalistas hegemónicas en el mundo condenan al atraso, la dependencia y la pobreza a vastas regiones y pone en cuestión los niveles de vida de la clase obrera de los países desarrollados.
La tendencia del crecimiento desigual del capitalismo, el desarrollo científico-técnico que habilita la explotación de nuevos recursos naturales y el desarrollo y expansión de la producción que amplía la capacidad de consumo de las masas a causa del abaratamiento de los costes de producción permite que el capitalismo logre reinventarse y aplazar las consecuencias de las tendencias propias de esta formación económica que constantemente lo presionan.
Pero, al final, las contradicciones que se desarrollan en el capitalismo se terminan imponiendo, se profundiza el endeudamiento, se avanza en el ajuste hacia la clase obrera, aumenta la especulación y las burbujas financieras, se agudiza la competencia entre potencias y bloques imperialistas por mercados, materias primas y zonas de influencia.
Dentro de las contradicciones que marcan este momento se resalta la aparición de China como potencia que consolida diferentes bloques con los que compite con el imperialismo estadounidense. Esta potencia, que viene aumentando su presencia en la región, se presenta con el auspicio del revisionismo como un Estado benefactor y amigo de los pueblos, lo que tiene que ser desenmascarado, denunciando el carácter imperialista de la misma.
También la fase del imperialismo inaugura la época de las revoluciones proletarias. Las derrotas en la década de los noventa en la URSS, la caída de Albania socialista y el retroceso que esto abre no cambia el carácter de la época sino que son propios de los avances, retrocesos y zigzag de todo un período histórico de transición hacia el socialismo.
Las luchas que se vienen desarrollando en la región en los últimos años, a pesar de su carácter espontáneo y de que terminaron siendo conducidas por la burguesía y el oportunismo, muestran la capacidad de lucha de la clase obrera y las dificultades de la burguesía para mantener su dominación.
Las debilidades de las fuerzas del proletariado, la avanzada ideológica de la burguesía que golpea y permea a las vanguardias de la clase obrera en cada país, desarman a las organizaciones que pueden dar una orientación que permita que las luchas sociales en las que interviene la clase obrera desemboquen en auténticos procesos revolucionarios.
Los partidos marxistas-leninistas y otras fuerzas de vanguardia caen constantemente en contradicciones entre la tradición revolucionaria proletaria que tienen y las ideas burguesas que asumen, como la teoría queer, el feminismo, el indigenismo, el ecologismo o en general una orientación sumamente marcada hacia el electoralismo y la creación de frentes electorales sin principios con fuerzas del oportunismo político y el progresismo.
Nuestro Partido tiene que asumir un rol activo en el debate de las tareas y las tácticas de los marxistas-leninistas y revolucionarios proletarios en general, fomentando el intercambio fraterno, los lazos de unidad basados en afinidades ideológicas y programáticas e iniciativas que confluyan hacia esto. Esta labor es una consecuencia natural de asumir la lucha por que la clase obrera de Uruguay asuma su rol de reserva en la revolución mundial y confluya con sus hermanos de la región en una batalla por la liberación social y el socialismo.
La clase obrera de nuestro país puede y debe jugar este honorable papel, pero hoy está lejos de estar a la altura. La gran influencia de las corrientes ideológicas burguesas, la acción del oportunismo en la que éstas se apoyan y la debilidad de fuerzas del proletariado revolucionario organizado, imposibilitan que la clase obrera actúe defendiendo sus intereses en la escena social, tanto presentes como históricos.
En el escenario nacional avanza el capital sobre el trabajo, la clase obrera pierde salario, empleos y beneficios sociales que el Estado deja de asegurar o lo hace con cada vez menos calidad. Y esto sucede sin una resistencia importante ni conflictos relevantes. El gobierno que se formó sobre la base de un proceso unitario de varios partidos de la derecha tradicional ha venido manejando el agravamiento de la situación económica y la pandemia de COVID 19.
Por otro lado el Frente Amplio se viene consolidando públicamente como oposición, aunque en los hechos no tenga críticas de fondo hacia el gobierno de la coalición multicolor, logra tensar a todo el movimiento social y grupos de izquierda que hasta el momento se habían mantenido independientes en términos orgánicos. De esta manera el Frente Amplio muestra su fortaleza como principal fuerza articuladora de la izquierda cooptando a todo este campo, inclusive a su expresión social del PIT-CNT y otras organizaciones.
La intervención que realiza la izquierda en la escena social desde el Frente Amplio y otros movimientos no plantea una lucha contra el gobierno y el ajuste que se viene desarrollando, todo lo contrario, promueve la conciliación social, iniciativas como el referéndum contra una parte de la Ley de Urgente Consideración y otras que acumulan para esta fuerza política en términos electorales, mientras la amplia mayoría de la clase obrera ve que se empeoran constantemente su realidad material.
Se consolidan de esta manera en la realidad social una tendencia hacia la polarización de dos bloques burgueses, el bloque de izquierda conducido por el Frente Amplio que tiene a pequeños grupos de izquierda con independencia orgánica, al PIT-CNT y otras organizaciones sociales por un lado, y el bloque de derecha organizado en la coalición multicolor.
En esta polarización la expresión de la clase obrera está ausente, la izquierda se viene no sólo consolidando como una expresión de la pequeña burguesía, sino que está reduciendo su influencia a este sector, y, por otro lado, la derecha expresa a la burguesía nativa. El Partido en este marco tiene que salir a construir un gran movimiento político que rompa abiertamente con la izquierda y luche por ocupar el gran vacío de representación de la clase obrera que existe en la hoy en nuestro país.
El Partido tiene que salir a ganar a la clase obrera para la revolución y el socialismo, sólo asumiendo estos objetivos históricos en conjunto con la clase obrera de la región y el mundo encontrará solución a los problemas económicos y sociales en los que vive. Nos proponemos luchar para consolidar un movimiento que ponga sobre la mesa esta perspectiva y la necesidad del Poder.
Para asumir estos desafíos es necesario construir un gran Partido Comunista Marxista Leninista de Uruguay sobre las bases del marxismo-leninismo, el funcionamiento del centralismo democráctico y una crítica y autocrítica en todos los niveles. Un Partido que sea el eje de un gran movimiento que exprese los intereses de la clase obrera, que plantee sus intereses históricos y que dé el ejemplo en torno a las relaciones y la moral comunista.
El II Congreso de nuestro Partido marca un evento significativo en la construcción de una gran fuerza que pueda avanzar en las tareas de construir una intervención propia e independiente de la clase obrera uruguaya y de foguearla en el internacionalismo proletario para que asuma su papel de reserva de la revolución mundial.
El II Congreso de nuestro Partido concluye con una gran análisis sobre la realidad internacional y nacional y las perspectivas de nuestra corriente política, define de esta manera el programa y la táctica para la presente etapa, herramientas fundamentales que van a guíar a nuestro Partido en los siguientes años.
El II Congreso de nuestro Partido se desarrolla de manera exitosa, con decenas de reuniones preparatorias, talleres y una plenaria con una amplia y profunda discusión, como conclusión del mismo nuestro Partido da un salto cualitativo que lo faculta para asumir los objetivos que se propone.
Nuestro Partido sale fortalecido de este proceso, dispuesto a salir a forjar el protagonismo revolucionario de la clase obrera, a construir un amplio movimiento político que la represente, a organizar un movimiento estudiantil consecuente con la gran mayoría de los estudiantes que son parte de esta clase, un movimiento de mujeres que plantee salidas reales al problema de las mujeres proletarias. Un gran movimiento político que rompa con lo existente y ponga sobre la mesa la única solución real y definitiva para la gran mayoría de la sociedad.
Salimos del II Congreso del Partido con renovadas energías para continuar nuestra lucha por el socialismo y la convicción que estaremos a la altura de los objetivos que asumimos.
23 y 24 de octubre de 2021