A pesar de los intentos de la propaganda burguesa y los esfuerzos de los revisionistas contemporáneos en enterrar históricamente los procesos revolucionarios en general y la experiencia albanesa en particular, podemos afirmar que en los últimos años este proceso ha cobrado mucha importancia en el legado teórico-práctico de los marxistas-leninistas contemporáneos con el valioso agregado de la formación de nuevas organizaciones y partidos que con orgullo enarbolan hoy las banderas del legado de Albania Socialista, del Partido del Trabajo y de su máximo dirigente Enver Hoxha.
Esto obviamente despierta la furia de los renegados de siempre, quienes, sin mucho éxito, continúan echando barro bajo diversas mentiras, favoreciendo la puesta en escena de mitos y acusaciones tales como que el socialismo albanés es producto de los empréstitos soviéticos, mentiras sobre el PTA y Hoxha acusando supuesto dogmatismo, y en el peor de los casos calumnias sobre los marxistas-leninistas, a quienes se los acusa de fanatismo y un desmedido culto a la figura del líder albanés.
Ante esto, es necesario volver a plantear y enseñar a los nuevos militantes: ¿Por qué reivindicamos a Albania Socialista y el legado del PTA? ¿Cómo construyó el socialismo el pueblo albanés y cuáles fueron sus principales méritos y particularidades? ¿Por qué más que nunca debemos defender esta experiencia histórica y darla a conocer entre las masas?
Primero que nada, hay que resaltar que el proceso de construcción del socialismo fue un duro y largo proceso con grandes logros y dificultades, teniendo en cuenta el atraso de la vieja Albania feudal-burguesa sumida en la ruina por años de sometimiento hacia los imperialistas primero, y por los cuantiosos daños generados por la invasión nazi-fascista y las dos guerras sucedidas después.
Aquí fue que el Partido Comunista de Albania -posteriormente PTA- quien lideró la conformación del Frente de Liberación Nacional (FLN), una fuerza comprendida por todos los sectores patriotas de la sociedad albanesa con el objetivo de expulsar a los invasores fascistas y desenmascarar a los falsos “patriotas” del Balli Kombëtar y sus aliados, primer obstáculo en el camino de la liberación de la Patria.
Para darse una idea, aquel país con escasas relaciones capitalistas de producción, plagado de resabios feudales, fue el que más daños per cápita tuvo una vez terminada la Segunda Gran Guerra imperialista, aun así sin impedir el posterior desarrollo ni la colaboración con el frente antifascista mundial.
Llevando esto a los números, se maneja que a pesar del millón y poco de habitantes con los que contaba la pequeña Albania antes de comenzar la guerra, el pueblo albanés entregó 28.000 mártires a la causa de la eliminación del nazi-fascismo. A esto sumaremos que, a pesar de las desfavorables condiciones, el FLN logró contar con unos 70.000 guerrilleros, quienes supieron eliminar a 27.000 soldados fascistas, herir a más de 21.000 y hacer prisioneros a 20.800, a lo que se añade también un número importante de daños materiales.
Por si esto fuera poco, una vez lograda la retirada del ejército alemán, el FLN movilizó 20,000 combatientes para la liberación total de los Balcanes. (“El pueblo albanés, activo participante en la coalición antifascista mundial”. 1985)
Creemos que con esto queda claro el heroísmo del pueblo y desmitificado el mito de que fue el Ejército Rojo quien liberó Albania mientras el PCA esperaba de brazos cruzados.
Una vez expulsados los invasores nazi-fascistas, las contradicciones existentes en el pueblo albanés se verían de manifiesto. Es así que con el estímulo y la financiación de los imperialistas anglo-americanos, los representantes de los intereses de la pequeña burguesía aliados con los “nacionalistas” colaboradores de las tropas invasoras, demuestran su desesperación al ver amenazados sus intereses de clase desatando la guerra civil, lo que obligaría una vez más al FLN a tomar las armas y optar entre el camino de la dependencia económica y el sometimiento al imperialismo anglo-americano de la misma forma que el rey Zog lo hizo con el imperialismo italiano, o emprender una dura lucha para el establecimiento de un nuevo régimen de Democracia Popular.
Los partisanos con el Partido Comunista a la cabeza no dudaron ni un instante, y señal de eso fue que el 29 de noviembre de 1944 se oficializa la creación del Estado del Poder Popular albanés, penetrando de esta forma en el camino a la Revolución Obrero-Campesina y la construcción del socialismo.
Sin tomar ningún descanso a la hora de impulsar la Revolución Socialista, inmediatamente sería difundida la Ley de Reforma agraria acompañada de un ambicioso plan de industrialización en la agricultura. Este no es un hecho menor en lo que refiere al avance del pueblo albanés en la lucha por sus derechos, ya que por primera vez serían repartidas las tierras a los campesinos, mientras que se eliminaba por completo el latifundio y la propiedad señorial de la tierra.
Esto traería como resultado, un rápido cumplimiento de las tareas democrático-burguesas y el afianzamiento de la alianza obrero-campesina generando así las condiciones de avanzar hacia el socialismo en un país de mayorías campesinas.
Para hacerse una idea, antes de la aplicación de la ley, el 52,4% de todas las tierras de Albania estaban en manos de los grandes terratenientes mientras que solo el 18,7% estaba distribuida entre pequeños agricultores y el Estado; después de esta medida los terratenientes solo tenían 16,4% del total, el 43,17% quedaría en manos de pequeños campesinos y el 34,6% fue destinado para los antiguos campesinos sin tierra. Este sería el primero de los grandes pasos a dar por el nuevo Estado en materia de agricultura.
En conjunto con estas medidas, en las ciudades comenzaba a aplicarse el Plan de Industrialización de la economía nacional que empezaba con la nacionalización de las pocas grandes industrias que subsistían en el país.
Este sector de la economía pasaba de contar con un 3% del total en manos del Estado antes del proceso de nacionalización a un 17% en 1945 y un 89% en 1946, dando claras señales de la gran decisión con la que el PTA y el Estado albanés se tomaban la tarea de nacionalizar y reconstruir el sector industrial. Como era de esperarse, los resultados se visibilizarían notablemente casi a la inmediatez: ya en 1945 se alcanza a igualar la producción de pre guerra y en 1948 se logra duplicarla, lo que daba señales también en el éxito de la estrategia de recuperación de la economía nacional de Albania.
Con estas medidas la RPA transitaba rápidamente por el camino de la construcción del socialismo y emprendía el objetivo de pasar de una economía plagada de relaciones feudales a una agrícola-industrial.
Desde el Primer Congreso del Partido el plan de desarrollo economía se sustentaba en las siguientes bases:
“1) El desarrollo simultáneo y armónico de la industria y la agricultura, considerando a la industria como la rama dirigente de la economía y la agricultura como su rama básica.
2) El desarrollo prioritario de la industria pesada, que es el corazón de la industrialización socialista.
3) Las tasas aceleradas de desarrollo de la industria.
4) El desarrollo de la industria en aquellas direcciones que garanticen y fortalezcan el principio de confiar en nuestras propias fuerzas.
5) El desarrollo prioritario de la industria pesada, sin dejar de lado la industria ligera y de bienes de consumo”. (Banja – Toci).
En este camino se empezaban a construir los cimientos de la nueva Albania en lo material, mientras que en lo político se fortalecía el gobierno de obreros y campesinos, se estrechaban los lazos con los nuevos regímenes de Democracia Popular y con la Unión Soviética, y se rechazaban los hostigamientos de los imperialistas anglo-franceses y sus títeres, los monarco-fascistas griegos, los imperialistas italianos y posteriormente la Yugoslavia de Tito, la cual no dudó a la hora de preparar sus tropas para impedir la independencia de Albania.
A través de este camino y a partir de invalorables sacrificios en el campo del trabajo consciente y decidido del proletariado albanés y de su clase amiga, el campesinado, con el liderazgo del Partido del Trabajo de Albania, aquel país otrora semi feudal con la renta nacional más baja de Europa, sumida en el atraso, el hambre y la explotación, logra entrar en la década del 60 con la construcción de la base económica del socialismo y se convierte en un país agrario-industrial en permanente desarrollo. Mejora su técnica, desarrolla su industria y mejora las condiciones de vida de su pueblo, que en ese entonces desconocía por completo el desempleo, tenía libre acceso a todos los niveles de educación y sobre todas las cosas, contaba con los medios de producción y el Poder del Estado en sus manos.
Como reflejo de estos logros, la producción agrícola que dio grandes saltos en su colectivización en 1956 y finalizó este proceso en 1967, pasó de 201,000 toneladas en 1950 a 887,000 toneladas en 1985 triplicando el rendimiento de cada hectárea sembrada, algo que da que hablar de los magníficos avances en materia técnica de la producción agrícola albanesa, que en 1976 logra la autosuficiencia respecto a la producción de cereales de panificación asegurando así gran parte de su soberanía alimentaria.
El valor de la producción industrial pasó de 442 millones de lekes (moneda de la RPA) en 1950 a 16.082 millones en 1985, de los cuales 10.224 pertenecen a la industria pesada. Como demostración del peso de estos éxitos, un artículo de época destacaba en 1981 que en solo tres días se lograba la producción total de pre guerra.
Así, el profesor Papajorgji destacaba en un artículo publicado en la revista Albania Hoy que “Los altos índices de desarrollo de los principales sectores de la industria se ilustran con los siguientes datos comparativos: en 1980 la producción de energía eléctrica aumentó 14 veces, la extracción de carbón 4,5 veces, de cromo 4 veces, de cobre 25 veces, la producción de la industria química 50 veces, de la industria de ingeniería 21 veces, etc., en comparación con el nivel de 1960”.
Con esto consideramos que queda demostrado brevemente cómo se planificó la construcción de la base económica del socialismo en Albania y sus éxitos en lo mediato e inmediato.
Solo vale aclarar una cuestión: no son pocos los “críticos” que señalan que el éxito de la economía albanesa y los resultados del socialismo en Albania se debieron a la ayuda que prestaron Yugoslavia primero, y la URSS y China después. Esto es totalmente falso.
Si bien no se puede menospreciar en absoluto la ayuda internacionalista brindada por el pueblo soviético una vez liberado el país de los ocupantes nazi-fascistas así como los incentivos materiales prestados por los revisionistas yugoslavos junto con los acuerdos comerciales beneficiosos alcanzados con China, hay que ver el mérito estratégico del Partido del Trabajo de Albania a la hora de estrechar sus alianzas y de usar las ayudas económicas más que comunes en la época de la denominada “Guerra Fría”.
En este sentido, a diferencia de otros países integrantes del CAME o la propia Yugoslavia, el PTA confió en todo momento en las capacidades de su pueblo y en los recursos de sus territorios y se ató a las leyes fundamentales del marxismo-leninismo en lo que refiere a la construcción económica del socialismo. Priorizando, a pesar de los chantajes exteriores, el desarrollo de su industria pesada como motor de la economía, aplicando la ley del desarrollo sostenido de las fuerzas productivas y el crecimiento ampliado de éstas como única forma de alcanzar la soberanía económica y política.
Luego de romper relaciones con China en 1978, el Estado albanés fue un ejemplo de autosuficiencia sobreviviendo a un bloqueo feroz por parte de las potencias occidentales, la Unión Soviética y China, acompañada de acciones de sabotaje interno y externo por parte de los enemigos del socialismo y el progreso.
Durante todo ese periodo, la pequeña Albania mostró cómo se debe comerciar de igual a igual con los países capitalistas, cómo defender su soberanía y fundamentalmente cómo desarrollar el socialismo basándose en sus propias fuerzas, lo que sin lugar a dudas se pudo lograr gracias a los aciertos y el buen uso del crecimiento económico de otros tiempos.
En definitiva, el gran legado de Albania Socialista y del Partido del Trabajo es ese: confiar y demostrar en la práctica la superioridad absoluta del Socialismo como modo de producción en las condiciones de un pequeño país montañoso, semi feudal y perdido en los Balcanes, que en menos de 50 años se convirtió de un país semi feudal a un país altamente desarrollado en el que el pueblo decidía sobre su destino.
Bajo las luces de la Historia, vemos cómo a diferencia de otros Estados revolucionarios como fue el caso de Hungría o Checoeslovaquia por citar los dos ejemplos más claros, la RP de Albania no vaciló a la hora de unir, organizar y armar a su pueblo contra la reacción interna una vez terminada la Guerra evitando Golpe de Estado fascista como en el caso de Hungría, lo que ahorró sucesivos baños de sangre a manos de la reacción expropiada y enfurecida ante un pueblo desafiante y dispuesto a eliminarla como clase.
También, pese a su pequeña proporción territorial y el poco desarrollo de sus fuerzas productivas, fue capaz de seguir adelante y sobrepasar los límites de la Revolución Democrática Popular y no quedarse a mitad de camino, y por consiguiente dar por traste a la lucha como sí sucedió con otras Repúblicas Populares que jamás se plantearon la edificación de la Sociedad Socialista. Casos como el yugoslavo -ni hablar- o el de la RDA en donde los marxistas-leninistas fueron siempre minoría y no solo aplaudieron el viraje revisionista de la URSS sino que se adelantaron a él con reformas que impulsaron la economía de mercado y la subsitencia con la burguesía y capital extranjeros.
Sin dudas esto es algo a destacar una y mil veces ante los ataques revisionistas.
En definitiva, esta experiencia nos demuestra y sirve de ejemplo de cómo un pueblo y su Partido Marxista-Leninista pueden a través de una correcta asimilación y aplicación de las leyes fundamentales del marxismo-leninismo, superar las limitaciones geográficas (la superficie de Albania puede ser comparable con las de Galicia y Catalunya en España, las provincias de Misiones y Tucumán en Argentina o la sexta parte de un país pequeño como el nuestro), un pobre legado económico y un cerco imperialista-revisionista sumamente hostil.
El PTA nos enseña que ante las peores dificultades es necesario confiar en el pueblo, unirse y así poder ataque tras ataque avanzar en los objetivos de la Revolución Socialista.
Albania Socialista no se rindió ante la superioridad numérica y económica de los nazi-fascistas, construyó la base económica del socialismo pese a las presiones del social imperialismo soviético y logró su independencia económica pese a las pretensiones de los revisionistas chinos.
La heroica lucha de pueblo albanés fue faro de miles y miles de revolucionarios que pelearon contra el imperialismo y la burguesía a lo largo del siglo XX y guía de los nuevos Partidos Marxistas-Leninistas formados en esa época.
Por supuesto que el legado teórico formulado por el PTA y el camarada Enver Hoxha durante esta experiencia son invaluables. Ni más que decir que la lucha que desarrollaron contra el revisionismo contemporáneo merece un artículo aparte por su valioso legado: el PTA fue el primero en denunciar al revisionismo yugoslavo, y fue la punta de lanza en la lucha contra el jruschovismo, el eurocomunismo y el maoísmo, tendencias oportunistas y reaccionarias a las que no dudó en denunciar en una incansable lucha de principios. Es producto de esto que obras como “El imperialismo y la Revolución”, “Eurocomunismo es Anticomunismo”, “La autogestión yugoslava: Teoría y Práctica Capitalista”, así como otros cuantiosos aportes que ayudaron a desarrollar la teoría marxista de Estado de dictadura del proletariado y la construcción de la economía socialista se suman al inmenso tesoro de los clásicos del Marxismo.
Por todo esto y pese a su inevitable caída, la práctica del socialismo en Albania es un inagotable faro para los revolucionarios de hoy y una molesta piedra en el zapato para la burguesía y sus agentes, los revisionistas modernos.